Los padres obligan a sus niños a ir a la peluquería y se arma una buena.
Gritan, lloran, berrean, te apartan y se mueven.
Cuando los niños actúan de esta manera los padres son los que tienen que estar ahí ayudándonos a los estilistas para realizar más cómodamente el trabajo, pero no es así, se ponen con el móvil y nosotros a dar buena cara.
¿Qué es lo que está ocurriendo aquí?
Es de mal gusto tener que aguantar esto, somo profesionales con una lista o agenda de trabajo que realizar, el hecho de tener que estar pendiente o estancados sólo nos retrasa el trabajo.
¡ANDA YA!